REGISTRO Nº 01

¿CUANDO EMPEZÓ TODO?

Yo con mi lente de copa de vino, fotografiado por Janice G. 1989

En 1989, a la edad de 32 años, decidí que quería hacer algo más con mi vida que trabajar como carpintero por lo que tomé clases en el City College de San Francisco con la idea de convertirme en cineasta. Hasta entonces básicamente había evitado la fotografía. Nunca había tenido una cámara y solo pulsé un disparador pocas veces en mi vida. Asociaba una cámara con los turistas que saltaban de los autobuses frente al Gran Cañón, tomaban fotos para mostrar que habían estado allí y luego saltaban de nuevo sin siquiera haber mirado dónde habían estado. También veia la fotografía como algo contaminado, utilizado comercialmente para vender cosas y falsas ideas. Y para acabar, otra cosa que me incomodaba subrepticiamente era que me llevaba a creer que realmente vemos diferente, mientras que la fotografía parecía mostrar lo contrario. Sin embargo, el cine para mí era otra cosa completamente diferente: era contar historias, construir el mundo y un drama intenso.

Al inicio de esas clases de cine, me sentí atraído por el lado técnico y la experimentación. Desarrollé mi propio negativo y empecé a jugar un poco con la química, pero me convencí de que necesitaba tomar una clase de fotografía para comprender mejor el proceso del negativo.

La película de Super-8 era todo lo que teníamos en esos días para hacer películas económicas, era todo directamente en positivo, mientras que en las películas profesionales todo se iniciaba con negativos, que yo desconocía. Así que pospuse mis clases de cine y tomé una clase de fotografía en blanco y negro de gran formato, además de una clase de historia de la fotografía.

Utilicé dos métodos para revelar película de Super-8: Tanque de rollo único y máquina de revelado de 16 mm que adapté a super-8.

Fue durante esas clases donde empezó todo. En mi mente flotaba una anécdota que había escuchado en una conferencia de historia. El profesor Jim Doukas, había mostrado una diapositiva de una foto en nada especial, tomada por Man Ray de Matisse utilizando una de las gafas de Matisse como lente, ya que había olvidado llevar ninguna a la sesión. Para mí fue una sorpresa que realmente se pudiera tomar una foto sin usar una lente comercial. Luego, durante la primera clase de fotografía, nos explicaron nuestra primera tarea: cómo hacer un fotograma. El mismo profesor nos estaba exhortando a deshacernos de las ideas preconcebidas y a no solo arrojar objetos sin pensar sobre un papel fotográfico. Dijo, recordar que siempre hay algo nuevo por descubrir. Para una persona como yo, eso era como ondear una bandera roja frente a un toro.

¿Foto de Matisse hecha por Man Ray utilizando unas gafas de Matisse en 1936?

Su voz se desvanecía mientras yo empezaba a soñar despierto. Empecé a preguntarme cómo sería si tuviera una lente fluida, una cuya forma pudieras cambiar. De repente, me di cuenta de que la óptica era el aspecto más fundamental de la fotografía, pero nunca se había utilizado sistemáticamente como variable.

Tuve esta postal en mi escritorio durante años – Man Ray, autorretrato solarizado 1931

Me emocioné y corrí a casa para congelar un poco de agua en diferentes formas para ver si podía ponerlas frente a la cámara en lugar de unos anteojos como el recurso que había utilizado Man Ray. Esa idea no funcionó, el hielo simplemente se derritió y mi mano empezó a helarse, así que comencé a buscar en la casa por pedazos de vidrio: jarras, jarrones, vasos, copas de vino, etc., con los que pudiera enfocar en lugar de la lente convencional. Para mi sorpresa y emoción, descubrí que podía enfocar usando el vidrio que había encontrado, pero al mismo tiempo veía imperfecciones o deformaciones que me expresaban algo más al inclinarlas, algo que me atraía y me llamaba. Las copas de vino funcionaron mejor, especialmente si rompía el tallo y utilizaba el pie ya que tienen un poco la forma de una lente. Afortunadamente, la cámara que había comprado para la clase tenía un obturador propio, por lo que no era un problema quitar la lente normal y poder seguir haciendo exposiciones precisas, lo que motivó también a probarlo.

Yo en 1990 con lentes de copas de vino fotografiado por Michael Brennan

Fui de tienda en tienda de segunda mano comprando copas con las que experimentar y me divertía pagar a veces 25 centavos de dólar por una lente cuando se suponía que debería pagar miles por una buena lente para obtener una buena imagen. Luego llevé a casa la bolsa de copas de vino e intenté enfocar con ellas la cabeza de un maniquí, inclinando cada copa de vino hacia un lado o hacia el otro para ver qué efecto tenía. Si era prometedor, usaba un pequeño martillo para romper el vástago y agregar el pie a la colección de lentes con las que iba a disparar, numerando la lente con un código en cinta adhesiva.

Uno de las primeras fotos que tomé con uno de estos lentes de copa de vino fue de Greta, una amiga cercana. Pegué el fondo de copa de vino a la placa base de la cámara gráfica de 4 × 5, la incliné y aseguré el ángulo con otro celo y le disparé junto a la ventana de su apartamento. El resultado me animó mucho cuando lo imprimí. Vi en él una calidad de otro mundo, así como un estilo nunca visto. Era fotográfico pero, en otro sentido, no lo era.

Greta en la ventana 1989

Empecé a usar algunos equipos de cine. Tenía que sostener otras copas de vino delante del que ya tenía pegado al frente de la cámara y descubrí que cada movimiento de cualquiera de los elementos del objetivo producía resultados completamente diferentes. Todo importaba: las piezas utilizadas, su ángulo, su posición y la colocación con respecto a la apertura del obturador que tenía una apertura del tamaño de una moneda de diez centavos. No hace falta decir que todos los modelos tenían que estar absolutamente quietos, como en los primeros años de la fotografía.

Pude ver estos resultados sin capturarlos en la película, ya que este tipo de cámaras tienen un vidrio esmerilado sobre el cual se ve la imagen directamente, aunque boca abajo e invertida. Es el tipo de cámara donde tienes que inclinarte y mantener un paño oscuro sobre la cabeza para bloquear toda la luz y poder ver la imagen que se forma en el vidrio esmerilado.

Mi montaje de lentes de vidrios de copas usando dos elementos, foto hecha por mi profesor de CCSF (Janice G) 1989

Lo llamé Sistema óptico de eje variable. Lo bueno es que el acto de enfocar se volvió más complejo. En lugar de un enfoque simple, tenía la capacidad de buscar a través de muchos otros hasta encontrar uno que me llamara.